Flora Fauna y Primavera - *Cuentos de Hadas
 

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La Prueba del Hada Madrina:

Hace muchos años un muchacho se enamoró de una bella joven, pero al pedirla en matrimonio, ésta le dijo que su hada madrina le había puesto una condición : se casaría con quien fuera capaz de hacer un agujero en el agua. -jEso es imposible! -dijo el joven. -Mi hada madrina me ha asegurado que quien de verdad me ame, lo logrará. El enamorado pensó y pensó y anduvo por muchos lugares en busca de una solución. Hasta que llegó a las tierras frías del norte y al ver un lago que estaba helado comprendió que ahí se podía hacer un agujero en el agua. Gracias a eso se casó con su amada y fueron muy felices.

*El cuento de la Recompensa:

Erase una vez una viuda que tenía 2 hijas. La mayor se parecia a la madre en todo, tanto fisicamente como en la forma de ser, quien veia a la madre veia a la hija. Las 2 eran muy antipaticas y soberbias, a tal punto que nadie queria estar cerca de ellas, ni vivir junto a ellas.

La mas joven por el contrario, tenia una dulzura increible, y por la bondad del corazon era el retrato de su padre y era de una belleza incomparable que era dificil encontrar otra joven tan bella como. Naturalmente, como todos aman a sus semejantes, la madre tenia predilección por la mayor y sentia por la menor una adversion y repugnancia espantosa. Le hacia comer en la cocina, y todos los quehaceres de la casa le tocaban a ella. Aparte de todo, esta pobre niña debia dar 2 viajes a una fuente distante, de mas de 2 kilometros a buscar agua y traer un gran cantaro lleno.

Un dia mientras estaba en la fuente llenando su cántaro, se le acerca una pobre vieja, quién le rogó que le diera agua de beber. "Pero claro, abuelita, con mucho gusto." -respondió la niña-, "espere que le llene la jarra". Inmediatamente la limpio, la llenocon agua fresca y se la presentó, sosteniéndola en sus propias manos para que bebiera cómodamente y hasta saciarse. Cuando hubo bebido, la viejita le dijo: "Eres tan buena, y tan bella que por esto no puedo hacer menos que darte un regalo". Aquella era un hada que había tomado la forma de una vieja campesina para ver hasta donde llegaba la bondad de la jovencita. Y continuó."Te doy por regalo que por cada palabra que sale de tu boca brotará o una flor o una piedra preciosa".

La muchacha regresó a la casa con el cántaro lleno, algunos minutos más tarde; la madre estaba hecha una furia por el minúsculo retardo. "Mamá, ten paciencia, te pido perdón" dijo la hija toda humilde, y en tanto hablaba le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos diamantes enormes. "Pero qué sucede aquí!!" dijo la madre estupefacta, "me equivoco o estás escupiendo perlas y diamantes!... Oh pero cómo, hija mía? ..."

Era la primera vez en toda su vida que la llamaba así y en tono afectuoso. La niña contó ingenuamente todo lo que le había sucedido en la fuente; y mientras hablaba , brotaban los rubíes, topacios de sus labios. "Oh, qué fortuna!", dice la madre, "necesito enviar también a esta otra niña.

Mira, Cecchina, mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla. Te gustaría tener también a ti este don?... Es necesario que solamente vayas a la fuente de agua y si una viejita te pide agua, dásela con mucha amabilidad." "¡No faltaba más, ir a la fuente ahora!" reclamó la otra. "¡Te digo que vayas ahora mismo!" Gritó la mamá.

Salió corriendo la muchacha, llevando consigo la más bella jarra de plata que había en la casa. ... Apenas había llegado a la fuente, apareció a una gran señora, vestida magníficamente, que le pide un poco de agua. Era la misma hada que había aparecido a su hermana; pero había tomado el aspecto y vestuario de una princesa, para ver hasta dónde llegaba la malacrianza de esa joven. "¡Pero claro" dice la soberbia, "que he venido aquí para darle de beber a usted! ...¡Seguro!...Para darle de beber a usted y no a otra persona!...Un momento, si tiene sed, la fuente está ahí!" "Tienes muy poca educación, muchacha..." dijo el hada sin inmutarse "Ya que eres tan maleducada te doy por regalo , que por cada palabra pronunciada saldrán de tu boca una rana o una serpiente".

Apenas la vio la madre a lo lejos, que le grita a plena voz: "¿Como te fue, Cecchina?" "¡No me molestes mamá!, replicó la muchacha; e inmediatamente escupió dos víboras y dos ranas Oh Dios, que veo!... la culpa debe ser toda de tu hermana!, me las pagará!" Y se movió para pegarle. Aquella pobre joven huyó del rencor y fue a refugiarse en el bosque cercano.

El hijo del Rey que regresaba de la caza la encontró en un sendero , y viéndola tan hermosa, le preguntó qué hacía en ese lugar tan sola, y porqué lloraba tanto. "Mi madre me ha sacado de la casa y me quería golpear" Respondió la joven. E hijo del Rey quien vio salir de aquella boca cinco o seis perlas y otros tantos brillantes, le rogó que le contara cómo era posible algo tan maravilloso. Y la muchacha le contó toda la historia de lo que le había sucedido.

El príncipe real se enamoro de inmediato de ella, y considerando que el don del hada era mas valioso que cualquier dote que ninguna de las damas del reino podrían tener, la llevo sin chistar a palacio y se casó con ella. La otra hermana, mientras tanto se hizo odiar por todos de tal manera, que su misma madre la sacó de la casa; y la desgraciada joven después de tratar de convencer a muchos de que la recibieran, todo en vano; se fue a morir al fin del bosque.

Moraleja: La cortesía que las almas buenas tienen, a veces cuestan penas y tristezas; pero tarde o temprano la virtud resplandece y cuando menos se espere obtiene su recompensa.

*
¿Crees en las Hadas del Bosque?

A mis espaldas un gracioso duendecillo de nariz chata y carita llena de pecas, me observaba sentado en el borde del cáliz de una flor nocturna. Vestía de color verde musgo cubriendo su cabecita con la cáscara de una bellota, que le servía de sombrero. Su aspecto resultaba de lo más cómico.

-¿Conoces a Falena? –repitió con impertinencia.

-Sí... Hace algún tiempo hice un viaje al País del Otro Mundo y me encontré con ella.

-¿Cómo está?

-Bien, pero muy triste porque se siente sola.

El duendecillo tuvo un gesto de desaliento.

-Era de imaginar, y me duele, de veras... Nosotros aquí, ella allá... Oye, cambiando de tema, ¿tú que haces aquí a estas horas de la noche? No parece ser este tu medio natural.

-Todo tiene una explicación, estoy aquí porque tengo que darle un recado a cierto gato negro que conozco, no lo habrás visto por casualidad?

El duendecillo puso cara de susto y miró con aprensión en torno suyo.

-¡Lagarto, lagarto, un gato, dices, y negro por añadidura! ¿No sabías que ese es el típico gato de los brujos?... ¿Qué si la he visto?, te garantizo que si la veo salgo corriendo o me vuelvo invisible... ¿Y tú eres amigo de un gato negro?; muy despistado debes de andar al hacer semejantes amistades.

Yo me quedé de una pieza al escucharle y los más oscuros presentimientos me invadieron. El robo de la estrella de la varita mágica, la granja que no era tal sino una ruinosa y siniestra casucha. ¿En qué lío nos habíamos metido Lilí y yo? ¿Quién era Negri en realidad?

-Oye, ¿qué recado le querías dar a ese gato negro migo tuyo?

-No es amigo mío exactamente –me apresuré a negar-, es amigo de la gatita Lilí.

-Quien es a su vez amiga tuya, ¿no? Sigo pensando que frecuentas unos círculos muy extraños... A propósito de nombres, me llamo Ruky.

-Y yo Petrusky... Como te iba diciendo, le busco porque... –me interrumpí bruscamente, ¿convenía revelar la verdad entera?- Bueno, el caso es que me he extraviado y no le encentro y estoy aquí gracias a que el murciélago Golfi me ha indicado que sólo las hadas podrían ayudarme a encontrar el camino. Me dijo que ellas se suelen reunir aquí para bailar al claro de luna.

-¡Ah!, Golfi, sí, un buen chico, somos muy amiguetes, y no te ha mentido Petrusky, sólo que esta noche y lamentablemente supongo que muchos plenilunios más, si no se remedia la situación, las queridas hadas no van a festejar con sus danzas la luna llena.

-¿Qué les sucede?

Pareció que Ruky iba a hacer pucheritos al responderme.

-A la Reina de las Hadas le han robado la estrella de su varita mágica y mientras no se encuentre, el reino peligra ya que puede caer en las manos de algún mago desalmado.

Me estremecí con sólo pensarlo.

-¿La ha robado un brujo?

-No lo sabemos todavía, pero es de lo más probable. Las hadas solamente se ocupan de hacer el bien y eso no les agrada a las fuerzas del mal.

Dije con sinceridad.

-Me gustaría ayudar.

-Gracias, sin embargo no es fácil. De todas maneras te conseguiré un encuentro con las hadas, sígueme.

Ruky saltó de la flor y convirtiéndose en una bolita de luz, me precedió por la maleza internándose entre los árboles. A nuestro paso podíamos escuchar murmullos y como el rumor de palabras sueltas, ininteligibles, alguna risita contenida y en varias ocasiones, me pareció percibir incluso el suave aleteo de unas alas transparentes. Por fin arribamos al punto en el que cierto arroyuelo plateado se deslizaba en medio de un bosquecillo en el cual proliferaban los avellanos y los espinos. En el aire flotaba la fragancia, para mí inolvidable, mitad dondiego de noche y mitad a tierra mojada por la lluvia, y no me cupo la menor duda: estaba en territorio de las hadas.

Ruky dejó de ser esfera de luz para convertirse nuevamente en duendecillo. Dio tres palmaditas con sus diminutas manos y en el instante la oscuridad de la noche sufrió una transformación. No sé encendieron las luciérnagas, brotaron las hadas como multitud de flores luminosas, transparentes, bellísimas y encantadoras. Y aunque yo ya tenía experiencia al haber conocido a Falena, no dejé de maravillarme otra vez, al contemplarlas; la única diferencia es que ninguna de ellas era azul. Las había suavemente doradas, verdosas, blancas, de color de rosa, de mandarina, de melocotón, de ciruela, fresa, bruma, amanecer, crepúsculo, todas con sus alas de libélula y los cabellos flotantes, todas con su varita mágica, todas deliciosas e irreales, frágiles como el cristal, inconsistentes como un suspiro, pero todas, también, muy tristes.

Ruky sonrió mostrándomelas con amplio ademán y al sonreír parecía un conejito enseñando los dientecillos.

-Es el periquito Petrusky, buscaba un gato negro y se ha perdido en el bosque... Solicita vuestra ayuda.  

Yo balbuceé emocionado:

-Soy amigo de Falena.

Todas las hadas se alborotaron.

-¡La buena de Falena!

-¿Cómo está?

-¿Nos echa de menos?

-¿Te ha dado algún mensaje para nosotras?

-¿Dónde la viste?

-Calma, señoras, calma... El hada Falena está muy bien y os envía sus saludos, pero os añora terriblemente.

Un hada de color albaricoque -¡cuánta variedad!-, se deslizó flotante hasta llegar a mi lado.

-Soy el Hada de los Citisos y una de mis obligaciones es la de velar por los caminantes extraviados, todas queremos a Falena y eso nos vuelve impacientes y olvidadizas respecto a las necesidades de un visitante inesperado como tú. Ruky acaba de decir que buscabas a un gato y te has perdido en el bosque. ¿Puedo yo preguntar ahora como un periquito busca a un gato, cuando sois especies no precisamente amigas?

-Y no lo somos al menos con ese en especial, se llama Negri y es amiguito de Lilí, la gata de mi casa, pero lo busco porque es muy importante el encontrarle, pues de él depende... –miré de soslayo alrededor nuestro- ¿Me garantizáis que si hablo con toda libertad, nadie que no seáis vosotras, me escuchará?

Las hadas se agruparon en torno mío apretadamente formando piña, era como si se reuniesen para cuchichear entre ellas. Ruky se filtró como pudo hasta colocarse enfrente de mí, lleno de curiosidad y tomó asiento sobre una piedrecita jaspeada.

-Habla con entera confianza –dijo amablemente el Hada de los Citisos-, en este momento nadie nos ve ni nos puede oír, todos, incluyéndote a ti, somos invisible ahora.

Yo me sentí muy contento.

-¡Caray, que alivio!... Bueno, perdonad mi lenguaje, a veces soy un poco ordinario. En fin, se trata de lo siguiente.

Y en dos palabras –fueron más de dos, claro-, relaté la historia, que no voy a repetir porque ya la conocéis de sobra si a este punto habéis llegado.

Las hadas se quedaron, ¡faltaría más!, boquiabiertos del asombro y luego todas se pusieron a hablar a la vez muy excitadas, hasta que una de ellas, transparente y luminosa como el lucero de la mañana, les impuso silencio con autoridad, pero dulcemente.

-No arméis tanto alboroto, por favor. Lo que acaba de contarnos el periquito azul Petrusky, es vital para nuestra supervivencia como entidades mágicas, ya que de la estrella del cetro de nuestra reina, depende el que sigamos en el Mundo Real ayudando a los mortales... Petrusky, soy Sirinx, el hada encargada de proteger a los animalitos de poca alzada, o sea, que, este asunto, si estáis Lilí, Negri y tú metidos, es de mi competencia... Y por lo que cuentas advierto como las piezas van encajando... Farfor ha venido esta noche a pedirnos ayuda, después llegas tú y nos cuentas como Negri encontró lo que los tres creíais una estrella y ha resultado ser la de la varita de virtudes de nuestra soberana. Los indicios son claros y no existe la menor duda, entonces... Los enanos del subsuelo y algunos elfos ya nos alertaron de la presencia de extraños, por ejemplo, de una gigantesca urraca que merodeaba por ahí hace unos días, y también se nos habló de...

Ruky interrumpió chillando excitadísimo:

-¡Tenemos que hacer algo, vayamos a buscar a Negri!

Sirinx lo miró con severidad.

-Ten la bondad de no interrumpir, Ruky, antes de ponernos a buscara Negri atolondradamente, debemos contárselo todo a la Reina de las Hadas; ella es la única que puede decidir en este asunto, y lo que ella diga haremos... Ven Petrusky.

Volé a su manecita que titilaba como las estrellas y en un abrir y cerrar de ojos me encontré flotando bajo la luz de la luna llena, envuelto en el resplandor encantado de las hadas del bosque.

 

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